
Último día del curso en Estonia, y dejamos atrás Tallin para visitar una escuela rural, Kuusalu Keskkool, en el condado de Harju. Nos recibe su directora, que nos explica los pormenores de la escuela, con 250 estudiantes de primaria, 330 estudiantes de secundaria y 100 de lo que sería nuestro bachillerato. En definitiva, es un centro pequeño, pero muy moderno, rodeado de un bosque y con una piscina interior y unas pistas deportivas que harían soñar a todo compañero de Educación Física.

Como viene siendo habitual, nos enseñan las instalaciones y entramos en algunas de las aulas. Nos separamos según nuestras materias e interés y entramos a sendas clases: Alberto a una clase de Física, donde se demuestra de forma experimental por parejas la ley del péndulo, y José Carlos a una clase de Biología, que se imparte hoy en una mesa de picnic al aire libre, con una clase de unos 15 alumnos, en la que llevan a cabo una práctica para conocer la estructura del huevo y su resistencia mecánica.

A diferencia de Helsinki, en esta escuela rural el nivel de inglés no es tan bueno, pero aún así los alumnos se defienden bastante bien, con desparpajo.


Tras un buen almuerzo, organizado por nuestro coordinador Mart -¡qué tipo tan curioso! todo un apasionado de las patatas- en una sala que hace las veces de discoteca y de salón de celebraciones (bodas, bautizos, comuniones y…. funerales), tomamos nuestro bus privado y ponemos rumbo al último instituto de nuestra formación, el modernista Viimsi Gümnasasium, en el qué, ¡oh sorpresa! Todo luce estupendamente bien, con espacios internos luminosos, aulas limpias, silenciosas y con espacios comunes que invitan al descanso.

Allí, la ratio ya es algo mayor, en algunas aulas hablaríamos de 30 alumnos, aunque no es la tónica habitual.




Ya de vuelta a Tallin, nos vamos con Pepa, nuestra querida compi del IES Pintor Juan Lara, al museo al aire libre de Estonia, donde han traído granjas completas de diferentes lugares de Estonia. para su exhibición y conservación.


