Un fin de semana en mitad de una estancia docente ¿Qué hacer?
Desde la primera vez que viajé a a Italia rondaba por mi cabeza la idea de visitar Nápoles. Las veces que fui con alumnos incluso la vez que fui con mi familia viajamos a Florencia, las siguientes veces no pude moverme de Roma o, sencillamente, estaba demasiado lejos como para ir hasta la Casa de Dios.
Diego Armando Maradona jugó en el SSC Napoli entre 1984 y 1992, pero a todos los efectos su espíritu sigue allí










Quién sabe lo que hubiese deparado el futuro del Pelusa de haberse quedado en el Barça, lo cierto es que fue durante su paso por el Napoli cuando empezó a a forjarse su perfil de jugador legendario, y en eso tiene mucho que ver esta ciudad. La tercera ciudad en población de la República italiana tenía un equipo de fútbol que en sesenta años de historia jamás había ganado un scudeto. La llegada del argentino iba a cambiarlo todo aunque no de entrada. Sólo en su segunda temporada en el club Diego logró para el Napoli un scudeto y la copa. Pero, además, el verano de 1986, después de esos dos triunfos, traería consigo las dos jugadas que convertirían a Diego en D10S.
En sus años en el club lograría otro scudeto más, una copa de la UEFA y una supercopa. Es normal que para los napolitanos no sea Diego sino D10S.
Más allá de Maradona, Nápoles merece una visita más larga que las pocas horas que pude dedicarle yo. Gracias a los trenes de alta velocidad (Frecciarossa o Italo) Roma no queda a más de hora y media de tren. La primera impresión nada más salir de la estación es la de no haber abandonado Roma, el mismo caos circulatorio y una cierta familiaridad con respecto a los edificios de porte umbertino te hacen pensar que no has dejado la capital. Sin embargo, la luz es muy diferente, probablemente sea ese el efecto del Mar Tirreno.




Al adentrarse en laos barrios y las calles de Nápoles poco a poco se van percibiendo las grandes diferencias con Roma.




Había que tomar una determinación seria: no entrar en museos o visitas largas que me privasen de conocer lo más posible esta ciudad. Así que a caminar, a ver, a oír y a oler esta ciudad. Dieciséis kilómetros de caminata sólo interrumpida por un par cafés y un almuerzo a base de pizza fritta.




Nápoles fue la capital del Reino de las Dos Sicilias a comienzo del siglo XIX, un importante centro cultural e industrial, pero ya antes, desde la baja Edad Media, había sido un importante enclave, símbolo del poder español, en la península italiana. Las huellas de ese pasado son más que evidentes en este paseo. No obstante, esta ciudad parece a medio hacer, como si no hubiesen acabado de reconstruirla después de las catástrofes sufridas, en especial, la del terremoto de 1980.




La gran sorpresa me la llevé cuando en los quartieri spagnoli descubrí un pequeño homenaje a uno de mis héroes de infancia, uno de los que llenaban todas mis tardes de sábado en la sesión continua del Cine Nuevo en Cádiz. Nápoles era capaz de encontrar espacio para homenajear a alguine máss que a D10S, allí habí un pequeño mural que recordaba a Carlo Pedersoli, a alguien que pocos recuerdan por su nombre real y más por su nombre artístico: Bud Spencer

Después de gastar las suelas durante bastante rato concluyo que hay que dedicar más tiempo a esta ciudad. Me he quedado con las ganas de conocer más de Nápoles, de ver algunos de sus museos y de visitar el que la ciudad anuncia como el «metro más bello del mundo»







